Olimpia se quedó en el camino del torneo de la Concachampios al perder en esta noche 3-0 ante Tigres de México.
El partido lo manejó desde un principio el equipo del «Tuca» Ferreti, que desde un inicio siempre tuvo el control de la pelota y manejó el juego a su antojo, sólo que Olimpia se defendió como gato panza arriba en todos los sectores de la cancha, los planteamientos fueron claros, un Tigres que buscó ganar desde un principio y un Olimpia que de dedicó a defender por no tener una idea de juego ofensiva.
Olimpia estaba logrando el objetivo, defendía bien, era lo mejor que hacía en toda la primera mitad, achicó los espacios al equipo mexicano, que siempre estuvieron controlados por un medio campo y una defensa que lo único se hacía era defender.
Corriendo hacia su propia meta no se puede ganar siempre, Tigres lo intentaba por todos lados, pero Olimpia se defendía con gallardía, fue hasta el minuto 45 del primer tiempo cuando Tigres se puso en ventaja y fue mediante lanzamiento de penal del delantero francés, André Pierre Gignac. El atacante aprovechó una irresponsabilidad de Deiby Flores, el volante olimpista le metió la mano a un balón que iba al fondo de la red, el árbitro pitó penal y Flores fue expulsado. Dejando a Olimpia con 10 jugadores sobre la cancha y todo se volvía imposible.
En la parte complementaria, la mística siguió siendo la misma, Tigres era el amo y señor del partido y el equipo hondureño seguía jugando igual, sólo que estaba en desventaja por la expulsión de su volante central, Jerry Bengtson, tuvo la oportunidad más clara para empatar el partido, pero el delantero catracho le tuvo miedo a Nahuel Guzmán, el portero de Tigres.
El segundo tanto de la noche lo anotó Gignac y fue nuevamente de lanzamiento de penal por una mano clara de Jorge Álvarez en el área. El tercer gol de la noche lo metió Elvin Casildo en su propia meta, el defensa de Olimpia venció a su propio portero con un disparo de cabeza.
Con la eliminación del Albo del torneo internacional, Olimpia es bajado de una nube pasajera que los hacía creer que podían ganar un triplete.