Tegucigalpa, Honduras: En la vida siempre suceden cosa para reír y no precisamente deben de venir de un comediante de oficio, esas personas que se ganan la vida bajo el ingenio de dar un poco de humor a los que las necesitan en este mundo tan conflictivo, nunca dejarán de ser admiradas.
El buen humor de un comediante. No llega, ni se comparan a las payasadas del año de los que son protagonistas las autoridades hondureña que velan por la seguridad de los aficionados que cada jornada se hacen presente al estadio Nacional de Tegucigalpa a apoyar semanas tras semanas a sus equipos de preferencias.
El estadio cae a pedazos, es una instalación que ya luce en mal estado y sus graderías se hacen débiles para la cantidad de aficionados que los visistan, el concreto tiene agujeros por todos lados, la inseguridad es latente, en cualquier momento podría provocar un derrumbe, no es seguro para nadie.
En vez de cerrar las instalaciones del estadio Nacional en su totalidad, las incompetencias de las autoridades han sido aprovechadas por la presión de los directivos de Motagua y Olimpia para que ambos equipos jueguen sus partido de local en una infraestructura que en cualquier momento podría venirse abajo con los aficionados y que podría provocar situaciones muy lamentables.
La solución era cerrar el estadio y entrar en una etapa de reconstrucción, pero las ingeniosas autoridades que velan por la administración del antiguo local, han preferido cerrar 14 gradas y poner una valla con madera y unas láminas clavadas para que la gente no puedan llagar al lugar que está próximo a derrumbarse.
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