El Levante abofeteó al Barcelona para despertarle de la siesta que los de Valverde se tomaron cuando ganaban 0-1 de penalti inmerecido para acabar derrotando al equipo blaugrana por 3-1. En siete minutos, los de Paco López zarandearon a un Barça que volvió a sufrir un apagón preocupante al estilo Anfield. Los de Valverde no hicieron nada para ganar cuando se pusieron por delante en el marcador y luego lo hicieron todo para perder. Y claro, perdieron con todo merecimiento ante un Levante que les dio una lección de juego y compromiso.
Valverde había definido el partido de Orriols como «trascendente» y quedó claro que para partidos trascendentes, el técnico blaugrana cuanta, hoy por hoy, con Arturo Vidal, que siguió en el centro del campo blaugrana mientras que Busquets se quedaba en el banquillo. En ataque, se recuperaba el tridente con Griezmann ejerciendo más de de Casemiro que de fino estilista en ataque. El francés se pega unas panzadas de correr arriba y abajo que las firmaría Kilian Jornet, pero su participación en el juego es nula. Claro que nadie en el Barça hilaba cuatro pases.
El partido empezó siendo de difícil digestión. Ninguno de los dos equipos encontraba el ritmo del partido, las posesiones eran cortas y el Barcelona sabía recular a tiempo para evitar el gran peligro del Levante, que es un equipo con unas transiciones letales a las que el Barça estuvo atento.
Una de las novedades del equipo blaugrana fue la colocación de Semedo como lateral izquierdo. El portugués juega muy poco a banda cambiada, pero siempre que lo hace, cumple. En Orriols fue el protagonista de la primera gran jugada de peligro cuando Miramón le derribó en una de sus internadas. El jugador estaba en posición correcta, pero la jugada se había originado en fuera de juego, lo que deja al VAR de nuevo ante una crisis de aplicación. Entre la jugada de fuera de juego y el penalti transcurren ocho pases y 17 segundos.
El penalti lo lanzó Messi inapelablemente marcando el 0-1 al tiempo que Suárez veía que no podía continuar y Valverde daba entrada a Carles Pérez para seguir manteniendo la disciplina táctica y evitar las transiciones del equipo local.
En la segunda mitad, el Barça salió dormido y volvió a vivir sensaciones de Praga, con el rival colgando balones al área de Ter Stegen sin encontrar la manera de amenazar a la contra y achicando balones sin ton ni son. El Barça jugaba con fuego y estaba comprando números para la tragedia.
Y después de un cuarto de hora lamentable, el Barça tuvo lo que se merecía (y el Levante, lo que se estaba ganando) cuando Campaña aprovechó la enésima mala salida de balón de Piqué para empatar el duelo y con el Barcelona ya atontado, Borja Mayoral volvió a batir a Ter Stegen al sacarse un gran disparo tras buscar su sitio entre los centrales.
Después de sestear durante 20 minutos en la primera parte, al Barça le entraron las prisas. Valverde dio entrada a Busquets y Ansu Fati para empezar a remar contracorriente, pero ni tiempo tuvieron los blaugrana para ponerse en situación porque tras una falta lateral, Radoja empalmó un balón que Busquets tocó descolocando a Ter Stegen. 3-1 y 20 minutos por delante, pero daba la impresión de que el suicidio estaba ya culminado.
Messi le dio un efímero balón de oxígeno al Barça con un gol que el VAR anuló por fuera de juego de Griezmann en el última exhalación de un equipo absolutamente dormido, sin alma ni capacidad de reacción. Como un tipo que se queda dormido y al que despiertan a bofetones. Tres concretamente.