Tegucigalpa – La fiesta inició en las carreteras de acceso al Estadio Yankel Rosenthal de San Pedro Sula, donde el amado equipo verdolaga se disputaría el pase a la final del Campeonato de Clausura de la Liga Nacional.
Las calles lucieron espectacularmente llenas de personas vestidas con la camisa esmeralda, se propusieron darle un impulso desde la gradas al su amado Marathón que llegaba contra las cuerdas tras haber perdido 2 – 0 en Tegucigalpa en el juego de ida.
Héctor Vargas entrenador de los verdes, polemizó el juego con sus declaraciones, verbalmente agredió a su contrincante y compatriota Diego Martín Vásquez, adiestrador del Motagua, tanto que lo tildó de homosexual.
El técnico de los verdes, actuó con resentimiento porque el conjunto azul no fue un buen anfitrión incluso, Límber Pérez, dio veracidad a las declaraciones de Vargas al comentar que Motagua recibió con clavos al Marathón y exigía flores en el Yankel.
Sin duda, lo que Héctor Vargas no entiende es que “existe una sensibilidad enorme en la afición verdolaga, pues sus reiterados llamados al mal comportamiento, no necesitan incentivación en Honduras, a veces los tenemos de manera recurrente en los estadios y en Yankel, muncho más.
Vargas, olvida que ya hay muchos antecedentes de aficionados, que fundidos en su amor por su equipo, han soportado represión una y otra vez, que aunque en los estadios se tienen algunas malas experiencias “el aficionada nunca le falla a su club “y a Marathón menos”.
El Yankel lució espectacular, parecía que había mucha más fe y esperanza en la afición que en los propios jugadores, sin duda no fallaron, aquí quien falló fue otro u otros, que lastima que su equipo no pudo darles la alegría que buscaron en las gradas de su estadio, que lastima que su entrenador prefirió jugar el partido afuera de la cancha, porque adentro no todo salió bien.
Un aplauso para esa afición verde, que pese a la represión de la Policía Nacional, no se fueron a casa, sino que decidieron esperar y estar con su equipo hasta en las ultimas circunstancias, sin embargo el Marathón quedó herido a causa de un empate 2 – 2 conseguido ante Motagua.
Motagua no tiene mucho que presumir, ya demostraron que son malos anfitriones y que echan mano de otro tipo de mañas para poder desestabilizar al rival; lo que si tiene el equipo azul es protección.
Límber Pérez, periodista de diario Aldesnudo.hn estuvo en el lugar de las acciones y comentó que en el estadio Yankel “habían más policías que aficionados”, no parecía que era un partido de fútbol “sino que como se esperaba a un personaje alto nivel” porque la zona también lució color negro “por los uniformados cuidando al mimado azul profundo”.
Se dijo en redes sociales que habría ataques, sin embargo no se tiene certeza si la policía logró impedirlo, o es que ya se acostumbraron a reprimir cada vez que hay espectáculo deportivo.
Lo que no queda claro, como es que una afición leal no pudo recibir su premio, la clasificación a la final, porque cuando estaban 2 – 0 en favor de Marathón, el mismo Yustin Arboleda tuvo la oportunidad del tercero, esto antes de terminar el primer tiempo – pero el disparo se fue por arriba-.
Que lastima, la recompensa que nunca llegó para la afición verdolaga, Vargas no supo replantear el partido para mantener la ventaja que le daba el pase a la final; el que sí lo hizo fue Vásquez y vaya, que buen fruto cosechó dos goles y se acabó.
Llegaron de líderes, sin embargo eso no bastó, que triste salió la gente del Yankel aquella tarde del sábado 18 de mayo, todo quedó en un intento que no pudo concretizar, Motagua apagó la fiesta y dejó herido a un Marathón que no tiene el ataque como si lo tiene su entrenador cuando habla.
No señores, que nos quede claro, el fútbol se juega en las cancha y no por medio de micrófonos, donde lo único que hacen es incentivar odio, me refiero a los dos argentinos – Diego y Héctor- ustedes han arruinado la fiesta del fútbol, y han hecho de este deporte una guerra que muchas veces nos deja situaciones que lamentar.