Motín a bordo en la F1

Créditos Marca

Tegucigalpa – El Mundial de Fórmula 1 ha empezado con una carrera de alto voltaje en Australia, donde todos los pronósticos saltaron por los aires. Los dos grandes aspirantes al campeonato en las dos últimas temporadas se desangraron con una temprana parada en la vuelta 14, que machacó sus neumáticos medios con mucho peso y les acabó lastrando para luchar el resto de la carrera contra los rivales que se detuvieron sobre la 25 de las 58 de que constaba la prueba.

Lewis Hamilton estuvo más perdido que un pulpo en un garaje. Primero, su compañero, Valtteri Bottas, le quitó los adhesivos al apagarse el semáforo, y luego vio como iniciaba la cabalgada que duraría hasta la bandera a cuadros.

Luego, Mercedes, escamado por varios años de perder el triunfo en Melbourne por la salida de los coches de seguridad, prefirió cubrir a Vettel, que fue el que inició el baile de boxes entre los grandes y lo hizo con el inglés. «No sé si voy a llegar al final con estas gomas», dijo Lewis viendo si podía cambiar a una estrategia de dos paradas. No era posible, pero tardó un poco en ver lo que sucedía. Y fue que Bottas se llevaba los primeros 26 puntos en una sola carrera, por primera vez en toda la historia de la F1: los 25 para el ganador y el adicional por la vuelta rápida. Le embuchó 20 gruesos segundos hasta el final de la prueba.

Los otros grandes perdedores son los dos coches de Ferrari. Vettel no se lo explicaba, tras acabar a casi un minuto del vencedor en Albert Park: «Simplemente fuimos lentos. No tuve la oportunidad de pelear con nadie, y solo traté de asegurarme de llegar al final. Estaba sufriendo con los neumáticos. Más allá del momento en el que paré, los demás sufrían menos, así que realmente no sé cuál era el problema», se lamentaba Seb con cara de verdadero drama.

Leclerc, pese a una carrera discreta, con una salida de pista y tras aguantar una tarascada marca de la casa de su compañero, que casi le saca de la pista en la curva 2, llegó por detrás del alemán a falta de 7 vueltas para el final, pero desde el muro Mattia Binotto, el nuevo capo de la Scuderia, prefirió contentar al jefe de filas y obligarle a «guardar las posiciones».

Desconcierto rojo

El desconcierto en la escuadra italiana era tal que ni siquiera valoraron la posibilidad de hacer parar al joven monegasco para poner gomas nuevas y quitarle la vuelta rápida a Bottas, un punto por el que se puede decidir un campeonato, como ha sucedido en muchas ocasiones. El sexto clasificado llegaba a más de medio minuto y era una operación fácil. Confían en no tener que lamentarse en el futuro, o simplemente no tomaron riesgos para no tentar a los fantasmas, que este fin de semana les han invadido de pleno tras un invierno de euforia y declaraciones de superioridad.

Red Bull se coló en el podio, con un Verstappen que adelantó de forma casi insultante al SF90 de Vettel y que a punto estuvo de hacer lo mismo con Hamilton por el segundo. Si no lo logró fue por un fallo propio con una aparatosa excursión por la hierba a falta de 10 vueltas. Le dio al pentacampeón el aire que necesitaba, pero Max parece un aspirante al título si las cartas se mezclan tanto en el futuro como en la prueba de Melbourne.

Honda logra su primer podio desde 2008, en su nueva asociación con los austriacos. Es la quinta temporada de los japoneses desde su regreso en la era híbrida y parece que tras ensayar tres años con McLaren (a costa de Fernando Alonso) y otro con Toro Rosso, ya tienen un motor competitivo para conseguir ganar carreras cuando el circuito se lo permita al RB15, como Mónaco, Hungría, México o Singapur.

La ‘venganza’ de Bottas

Especialmente sorprendente fue el remate de Bottas a su triunfo, a modo de celebración. «A quien corresponda, que se joda», gritó por la radio. No es especialmente poético el finlandés, pero ilustra la rabia para con quienes le han considerado un segundón, es decir para todo el ‘paddock’, empezando por Toto Wolff, y el 99% de aficionados a la F1 a lo largo y ancho del planeta.

Es su cuarta victoria en 42 carreras con el coche más dominador de la historia, gracias a una gran salida. No parece suficiente para expresarse en esos términos, por mucho que algunos vean una repetición del desafío y triunfo de Rosberg sobre Hamilton en 2016. Valtteri no es Nico y no parece capaz de librar esa batalla psicológica con Lewis al mismo nivel. Le queda demasiado grande.

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