TEGUCIGALPA – Rafa Nadal prefiere vivir al día, no es muy amigo de retroceder a pasado o hacer comparaciones. Ni siquiera gusta de hacer un repaso a su carrera. “Cuando acabe, ya veremos hasta dónde he llegado. Será entonces el momento del análisis”, señala.
Rechaza hablar de revanchas con un rival o cuentas pendientes directas con un torneo. Subraya que “el deporte no debe nada a nadie. Es una cuestión de tomarlo o dejarlo. El deporte no está en deuda con nadie aunque sí que es verdad que en este torneo he sufrido momentos muy duros por lesiones”, dice el balear.
Ahondando en la herida, Nadal sí acaba reconociendo que hay un asterisco en su carrera sobre el Open de Australia, un torneo de Grand Slam que le gusta, que cree que se adapta incluso mejor a sus condiciones que el US Open, asimismo sobre pista dura y que paradójicamente ha conquistado más veces, tres.
Ganó la final de 2009 a Roger Federer, en una lección de tenacidad porque venía de una semifinal maratoniana contra Fernando Verdasco. “Qué harías si alguien te apuntase con una pistola. ¿A qué correrías”, le comentó su tío Toni Nadal. “Pues eso lo que debes hacer, sal y corre contra Federer”, apostilló el entrenador son su habitual filosofía propia.
En 2012 Rafa y Novak Djokovic acabaron pidiendo unas sillas para descansar después de disputar la final más larga de un Grand Slam, que ganó ‘Nole’ en cinco sets en 5yh.53’.
Un KO doloroso, pero dentro de los cánones del deporte, como la pérdida del duelo del regreso con Roger Federer en 2017.
Lo que no esperaba Rafa Nadal es lo que sucedió en 2014. Se sentía en una forma exquisita y superior a su adversario, un entonces debutante en finales de ‘majors’ Stan Wawrinka.
“Mi espalda se clavó en el peloteo del calentamiento”, dijo entonces Nadal. Las pruebas médicas determinaron una “sobrecarga interapofisaria L1 L2 izquierda con edema óseo sin afectación de superficies articulares”.
Nadal continuó en cancha y vivió, “creo, el partido más duro de toda mi carrera, ya que sabía que tenía una gran oportunidad para ganar otro Grand Slam (hubiera sido el 14º) y seguí en pista sabiendo que no tenía nada que hacer”, aunque ganase un set, más por nervios del rival que por méritos propios ya que no se movía.
No se retiró porque era una final, pero sí lo ha tenido que hacer dos veces por lesión en Melbourne. La más reciente, en los cuartos de 2018, cuando el dolor en el psoas-ilíaco de la pierna derecha se tornó insufrible en la quinta manga contra Marin Cilic. Ya se había ido antes de tiempo en los cuartos de 2010, por problema físico en la rodilla derecha.
En la siguiente edición, misma ronda, David Ferrer de rival y “Toni, me he roto”. Sí , rotura fibrilar en los isquiotibiales de la pierna izquierda. Aguantó cojo.
No hubo percance físico en este 2019, al menos que haya trascendido, pero Rafa Nadal volvió a vivir una situación extraña en Melbourne, sufriendo su peor derrota en una final de Grand Slam, la primera en tres sets, sin ganar una manga. Por obra y gracia de un enorme espectáculo deNovak Djokovic, en contraposición al español ya siete veces campeón, siendo el rey histórico de este Open.
“En este torneo he vivido momentos duros, ya sea en forma de lesión o con días como el de hoy. Pero espero volver más fuerte y tener más opciones”, se dirigió Rafa Nadal al público ‘aussie’ en el Rod Laver Arena.