Hace un año usted aún se recuperaba de la caída del Tour 2017. Si entonces le dicen que iba a acabar 2018 paseando en Japón de arcoíris…
Era inimaginable. Este Critérium de Saitama, con tanto cariño de la afición japonesa, luciendo el maillot de campeón del mundo… ha sido un cierre muy bonito, y más después de aquellos momentos difíciles.
¿Se vio fuera del ciclismo?
Hubo un momento en el que sí. Por eso, con 38 años y después de aquello, el Mundial es el colofón a mi carrera.
Esa lesión, a su edad… ¿Cómo es posible que haya logrado 14 victorias este año?
Pues porque caí en las mejores manos. La operación fue rapidísima y en un sitio genial (en el Hospital de Dusseldorf, Alemania). ¡Si sigo llevando los tornillos en la rodilla y no siento ni una molestia! Tengo amigos que con la misma lesión casi no pueden subirse a la bici. Luego, la recuperación, coordinada por el doctor Esparza y con la ayuda de los fisios Antonio López y Nuria Lorente, fue muy bien. Todo eso, con el apoyo de la familia y mis ganas de volver, lo han hecho posible.
Su año ha sido muy bueno, y quizá ha salvado el del Movistar. Se habló mucho del tridente, pero al final el mejor puesto en una grande lo logró Carapaz en el Giro (cuarto)…
Nos centramos mucho en el Tour y no fue una buena carrera para nosotros. Habrá que pensar qué fue lo que falló. El Giro de Carapaz sí fue magnífico y yo luché por la Vuelta hasta el final y gané dos etapas. Pero es el momento de analizar todo.
¿Usted cree que Nairo aún puede ganar un Tour?
No podemos perder la ilusión, porque él sigue con muchas ganas y demostrando que está capacitado para ello.
¿Y Mikel Landa? ¿Le ve conquistando una grande?
Mikel es un corredor de un talento y calidad enormes. Está capacitado para pelear una carrera como el Tour. Pero claro, de poder ser un candidato a ganarlo hay un trecho. ¡Qué le voy a contar yo!
¿Su obsesión con la ronda francesa fue insana?
Quizá sí, y me perjudicó. Cuando vas tan presionado nunca salen las cosas. He sido tercero, cuarto, quinto… Ya sé que no lo voy a ganar, y eso me hace valorar tanto tener un podio.
Un tercer puesto que forma parte de un palmarés legendario. Se ha repasado mucho tras su oro en Innsbruck, sin embargo no se puede obviar el borrón de su sanción. A estas alturas, ¿se arrepiente de algo?
La cuestión no creo que sea ya si me tengo que arrepentir de algo o no. Nunca di positivo, pero se decidió que debía ser sancionado y así fue. Cumplí el castigo y a partir de entonces lo único que me ha preocupado es disfrutar del ciclismo. Que cada uno me juzgue como crea conveniente. Pero consciente de que he hecho todo lo posible para demostrar que no sólo ganaba antes, sino que después de cumplir mi sanción he sido incluso mejor.
Afirma que quiere aguantar hasta Tokio 2020. ¿Y luego?
Seguir practicando este deporte, desde luego. Por mí no lo dejaría nunca, aunque no siga montando y entrenando a este nivel, claro. Pero es que me ocurre una cosa, si no monto en bicicleta, me siento peor. (AS)