TEGUCIGALPA. – ¡El dolor es inconsolable! La perdida de un ser querido cala hondo en lo más profundo del ser.
Sin embargo, el sufrimiento de perder a un hijo, de manera trágica es mucho más que terrible, más cuando este ser apenas comienza a conocer la vida.
El pequeño Luis Adriel de apenas 11 años, era un fiel seguidor del Olimpia, amor que le fue inculcado desde la cuna por su padre.
No había día ni fin de semana que jugara su querido Olimpia; en el que Adriel se olvidara de poner la camisa del equipo de sus amores.
En el estadio era uno de aquellos pequellos hinchas. Su amor era absoluto, y como no serlo, si desde que apenas comenzó a dar sus primeros pasos, ya su padre lo llevaba al estadio.
Ese sentimiento se aferró en el, y así le juró amor eterno a su querido equipo.
La mañana del sábado fue terrible. Entre celebraciones del Día del Niño y las festividades del mes patrio, el luto embargó a la familia Cárdenas.
El pequeño Adriel perdió la vida de manera trágica. Cruzaba la calle de la colonia La Laguna de la capital cuando fue embestido por un vehículo. Horas después falleció.
Su recuerdo quedará impregnado en el estadio y su amor a los colores del club, perduran hasta el infinito.