Las finales son para que las jueguen buenos jugadores, son partidos para que entren a la canchas aquellos fútbolistas que tienen talento y buenas condiciones, que sean una solución, que se acomoden a las exigencias del juego, las finales no son para que tengan una oportunidad sujetos como Marcelo Santos, Diego Rodríguez y Jesse Mondaca, lo dejaron claro el sábado pasado en el partido de ida que perdieron 1-0 ante el Olimpia.
En el caso de Marcelo Santos, no se sabe quién es el más mediocre, el futbolista o el entrenador, ya que este no ha podido darse cuenta que el lateral derecho no está hecho para jugar fútbol de alto rendimiento, es un incapaz, no puede darle un pase en corto a su compañero, prefiere tirar el balón a cualquier lado de la cancha, pierde en el mano a mano, no es ninguna garantía, en él se refleja la mediocridad en su máxima de expresión cuando está sobre la cancha.
Otro jugador que nunca ha tenido nivel para vestir la camisa del Motagua, es Diego Rodríguez, nadie encuentra una respuesta al porqué juega en un equipo de altas exigencia, o porqué fué tomado en cuenta para un partido tan importante como lo es una final de una liga profesional, Rodríguez fue un tremendo desastre ante Olimpia, fue incapaz de hacer algo útil a favor de su equipo, demostró su mediocridad al no saber que hacer en una jugada de peligro cuando tuvo toda la meta de Edrick Menjivar a su disposición y prefirió regalarle el balón.
Lo mismo sucede con Jesse Mondaca, este no tiene ni estilo para correr, no produce nada que beneficie su equipo, no entiende nada de lo que es jugar un partido de alto rendimiento, entra a la cancha con la esperanza de que el rival se equivoque y él pueda sacar provecho, de lo contrario, es un cadáver viviente que tiene la fortuna de encontrar un técnico mediocre como lo es la “Tota” Medina y lo envía a una cancha a jugar un partido importante, así como lo hizo en el primer partido de la final que perdió 1-0 ante el equipo que dirige Pedro Troglio.