Hace exactamente tres años, antes de la llegada de la pandemia Covid-19 al país, en Marathon debutó un muchacho que dejó asombrados a todos, la impresión que creó en sus compañeros y ante el rival, era para pensar que en poco tiempo, Jeffry Eyeri Miranda, iba a conquistar el fútbol hondureño, todo se ha quedado en apenas una expectativa.
Si es de analizar al juvenil atacante por sus condiciones, Miranda tiene las mejores, es un jugador ágil con la pelota, es potente, tiene velocidad, sabe ganar en el mano a mano, tiene el talento que todo joven sueña poseer, pero él tiene el peor problema que llevan al fracaso a todo futbolista, sin importar que esté lleno de las mejores condiciones, es un haragán de primer nivel, no le gusta trabajar, se niega al esfuerzo, al sacrificio, a la exigencia y eso lo ha llevado a pasar al olvido en el equipo sampedrano, incluso, el técnico de reservas le ha cerrado las puertas en esa categoría y todo de debe a la falta de compromiso del jugador.
Jeffry Miranda, debutó cuando Héctor Vargas era el técnico del Marathon, en aquella ocasión el juvenil futbolista jugó su primer partido en la Liga Nacional con 16 años de edad, el atacante lo hizo anotando ante Honduras Progreso, no tanto fue el gol, demostró tener las mejores condiciones y el mejor talento, pero tiene el peor vicio, no se esfuerza en los entrenamientos, se niega al sacrificio, piensa que todo lo resolverá caminando cuando está sobre la cancha, es un haragán de exportación. “Tato” García lo notó, le explicó varias veces al jugador y no entendió, lo que obtuvo fue estar en el lugar de los olvidados, tampoco ha querido despertar con Manuel Keosseian.