TEGUCIGALPA – Al Barça ya sólo le falta el cuando. La Liga está a tres puntos que pueden caer este mismo miércoles si el Atlético pierde ante el Valencia. La gloria está a un palmo después de que el conjunto catalán liquidara su visita a Mendizorroza con un 0-2 resultado de una superioridad incuestionable en el que los de Valverde realizaron un trabajo absolutamente profesional. Los goles de Aleñá y Suárez de penalti dejan el título al alcance de la mano.
Que el partido era una bola de partido de cara a LaLiga estaba claro, pero que el Barça piensa en la Champions, también. Por eso Valverde, que había dejado a Rakitic en Barcelona, dejó en el banquillo de salida a Messi, Lenglet, Arthur y Alba.
El discurso de Valverde funcionó teóricamente, pero le faltó de entrada finura para definir el plan previsto porque todas las bolas que le llegaron en superioridad a Sergi Roberto se malograron a causa de su falta de toque con la zurda. El de Reus resumió a la perfección el partido de salida del Barça: lo hizo todo bien menos la estocada. Tácticamente estuvo impecable formando un ala izquierda académica a más no poder con Aleñá y Coutinho que contrastaba con el flanco derecho, donde Vidal, Semedo y Dembélé eran almas libres que lo fiaban todo a la improvisación.
El Barça saliño ejerciendo un monólogo estéril en el que Pacheco conjuró las oportunidades de Suárez y Coutinho en el arranque. Esas paradas asentaron al Alavés y desanimaron a un Barça que tocaba y tocaba sin cambiar el ritmo. Los locales lo fiaban todo a su eficacia en los balones parados y Ely remató un saque de banda y una falta lejana de cabeza demostrando tanta superioridad, como poca eficacia.
El partido corría el riesgo de amuermarse, pero el arsenal que tenía Valverde en el banquillo era un arma que antes o después el técnico blaugrana iba a tener que utilizar.
Abelardo fue el primero en mover el banquillo por obligación a causa de la lesión de Rolan, que fue sustituido por Brasanac.
Antes de introducir la artillería, el técnico blaugrana modificó la disposición de sus laterales poniendo a Roberto en la derecha para equilibrar el juego y a los diez minutos los hechos le dieron la razón. Una progresión suya desmontó la muralla defensiva local para que Suárez dejara pasar el balón entre sus piernas habilitando a Aleñá que batió a Pacheco.
Con el partido en cuesta abajo para el Barcelona, Umtiti marcó en fuera de juego al interferir un tanto que iba a ser de Piqué. La revisión de la jugada en el VAR descubrió que antes del remate Pina había tocado el balón con la mano y de lo que era un gol anulado por fuera de juego se pasó a un penalti que transformó Suárez instantes antes de que ingresara Messi en el terreno de juego.
Gestionó el Barcelona a partir de ese momento el partido con una solvencia absoluta a pesar de jugar en tercera y sin querer ensañarse ante un rival con muy pocos argumentos para cambiar el guión del partido.
Ingresaron en el campo Alba y Arthur con la idea de mantener el balón y no apretar el acelerador conscientes de que espera el desafío del Liverpool en la Champions. LaLiga está en el horno a punto de servirse en el plato. La gloria está a un palmo.