EDITORIAL: No quiero sonar cursi, mucho menos cambiarle la perspectiva de la imaginación de lo que podrá ser o será el nuevo ciclo de la selección nacional de Honduras, ahora bajo la escuela uruguaya.
Voy a referirme a la persona, al tipo, al profesional, a quien nuestras autoridades deportivas le han dado la bendición de conducir el barco de la bicolor a puerto seguro.
Yo era de la opinión que, en verdad, el equipo nacional de Honduras necesita “mano dura” en el buen sentido, pero como ya vimos en el proceso anterior con Jorge Luis Pinto, la “Mano Dura” nos jugó una mala pasada.
El colombiano fracasó con Honduras por intentar someter a los jugadores bajo un estricto y riguroso sistema de concentración, al punto que nuestros jugadores, “perdieron la esencia del fútbol», dejando este de ser un deporte divertido estando en la selección.
Lo anterior tuvo consecuencias terribles. Jugadores inconformes, temerosos de integrar la bicolor. Algunos otros «adolecían» problemas físicos y de enfermedad, asuntos personales improvistos, todo esto, con tal de no involucrarse con el tema de la selección.
Y es que no era que habían perdido el amor a la bicolor, al contrario. Su falta de entusiasmo les hizo bajar el rendimiento y prefirieron dar un paso al costado.
Fabián Coito, como me han comentado muchos colegas desde el cara a cara con la prensa en el llamado “Media Day”, se llenaron de paz interior.
La percepción cambió en su totalidad. Un tipo tranquilo, sereno, lleno de paz, que denota confianza y desde luego mucho carisma.
Coito tienen una virtud especial, la misma que ha conquistado el fútbol uruguayo y que Honduras hoy deberá de aprovechar.
Puedo asegurar que el trato a los futbolistas, cambiará enormemente.
Después de conocer al profe Coito, seguro estoy que los federativos no se equivocaron en hacerse de los servicios del uruguayo.
“Un día, un entrenador muy famoso me dijo que mi mayor virtud era la tranquilidad, úsala”, nos dijo.