Tegucigalpa – Adiós al Campeonato de Europa. Triste despedida ante Noruega (26-33) tras una primera aceptable (17-18) y un hundimiento en toda regla en el inicio de la segunda mitad (0-5) que ya no se pudo enderezar. Es cierto que el rival es de los imposibles para España, que se jugaba todas sus opciones para estar en las semifinales, y que las nuestras nada; bueno, nada no, el orgullo sí, y eso es mucho.
Se pueden buscar argumentos que justifiquen las cinco derrotas en los seis partidos, que la juventud, la bisoñez y la falta de experiencia. Pero lo realmente cierto es que tres de esas cinco derrotas han sido una debacle auténtica. Carlos Viver decía que le faltó concentración al equipo en el inicio de la segunda mitad, y eso no se puede entender; que un equipo plagado de ilusión se pierda ante Noruega no tiene justificación.
Hay muchas cosas positivas, aunque más a título individual que colectivo, lo que es doloroso en una Selección en el que lo importante siempre ha sido el grupo, Que en este choque no jugasen Lara González y Paula García obligó a un trabajo extra a la debutante Eli Cesareo y a Ainhoa Hernández; dos pivotes para multiplicarse en ataque y defensa. Demasiado para ambas. Tampoco jugó Silvia Arderíus, que prácticamente ha quedado en este Europeo pese a ser una de las jugadores más importantes de la Liga española.
Si mezclamos todo eso podremos entender por qué las Guerreras fueron de menos a más, y acabaron diluidas ante la fortaleza de Noruega, que si además de tener a cuatro de las mejores jugadoras del mundo y algunas conexiones son de memoria, necesitan el triunfo, pues se explica el 26-33 con que España cierra el torneo en el puesto duodécimo.