Tegucigalpa.– Sigue el Atleti con cara de empate cuando sale de casa. Este mediodía fue Butarque. Otros dos puntos que vuelan para el Cholo en esta, LaLiga más apretada. Y cada uno de esos puede faltar al final. Su Atlético salió con Griezmann capitán y una prueba, la de Gelson en Primera. Que después de brillar en Tercera, en la Copa, tenía premio: primera titularidad en Liga, minutos. Para eso son los méritos. También arriba.
Su sitio, según el Cholo. Saludó en seguida al partido el Atlético, en la bota de Correa, tras cesión de capitán Griezmann, a la madera. En ese momento, como en Sant Andreu, el incordio era Gelson. Pellegrino pronto se había levantado de su banquillo. Incómodo, nervioso, entre ese runrún que va creciendo sobre su cabeza, como mancha de tinta en el agua.
El Lega no terminaba de acechar la portería de Oblak, a lo sumo córners que acababan con balones que sobrevolaban el área. Sin embargo, en el minuto 20 la ocasión con más malicia fue de un hombre de casa, En Nesyri, se lanzó a cabecear un balón, quizá estorbado por El Zhar, con mucha intención. Sobrevoló la portería de Oblak con el sonido de un caza. En ese momento, en el área contraria, la de Cuéllar, el Atlético se desvanecía.
Nada de Lemar, tampoco de Griezmann, menos de Correa. En ese momento sólo Gelson le cambiaba el ritmo al partido. Corrió, peleó y buscó, aunque se trastabillara al llegar al área, pero ahí estaba, al menos. Pudo anotarlo Simeone. A su equipo le faltaba circulación y acierto. Su mayor peligro fue un trallazo desde fuera del área de Filipe, otro más. En los últimos partidos es su bota, la del brasileño, la mayor amenaza.
Es para pensarlo después de haberse gastado 138 millones arriba en verano (los 50 de Costa, los 14 de Kalinic y los 70 de Lemar). El juego del Atlético era el pelotazo. Lo escrito, un Atleti con Correa, Lemar y Griezmann. Pero es que Rodrigo intentaba salir con balón pero nadie venía a recibirlo. Ay Koke, cuánto se le añora. El Atleti estaba en uno de esos días tostón, difícil de ver. Hasta Gelson y Rodrigo habían ido a menos.
Creció el Leganés en su orden atrás, su presión alta y sus ganas. Motivadísimo, sostenido en un doble pivote que levantaba el mentón, Recio-Rubén Pérez, por delante de un esquema que al Cholo se atraganta siempre: la defensa de tres centrales.
La segunda parte comenzó como la primera, con Gelson. Logró el centro del campo del Atleti, Saúl, filtrar al fin un balón. No era imposible, sí, se podía. Corrió el portugués la contra y salió a su encuentro Cuéllar, providencial, que le rebañó la ocasión. Abrió un camino. El partido comenzó a ser otro. Los mismos jugadores, absolutamente otros. Dio un paso adelante, atacando, generando jugadas, como si le hubieran salido todos los dientes al descanso. Un vendaval. Aparecía Griezmann, sobrevolaba el gol rojiblanco en los córners, en cada salto de Savic, Omerua tenía las botas llenas de agua de tanto achicar.
Pero el peligro real era, de nuevo, En Nesyri. Que obligó a Oblak a sacar su mano milagro. Simeone miró al banquillo para hacer doble cambio. Entonces Gelson se escapó en la enésima vez, falta de Rubén Pérez y la oportunidad para Griezmann.
La colocó en la hierba con delicadeza y lo golpeó con fuerza, telemétrico al corazón de la red y el corazón de noviembre, ese su mes malo, ante un Cuéllar de yeso. Ya se había forrado en ese momento la bota de oro, ya era el mejor, Simeone se quitaba un cambio: sólo entraba Thomas por Lemar, Kalinic debería esperar.
Rascaba el partido. Rodillazos, plantillazos, gritos de dolor. Se había lanzado el Lega a por el gol a la desesperada y a la desesperada y el sol de su parte lo encontró, en el 82’. Fue a balón parado, su arma principal, como antaño del Cholo, qué lejos quedó ya. Lanza Tarín un trallazo al palo, Oblak no llega a alcanzar el rechace y Carillo hace el empate.
Pellegrino había cambiado el destino desde los cambios. En ese momento salía Kalinic y el Atlético percutía por la izquierda, Vitoo. La última jugada del partido fue así, de Vitolo, balón a Filipe que se saca un centro perfecto para Griezmann. Pero éste pateó mal, el balón se fue alto. Es noviembre. Butarque así se lo recordaba al francés. (AS)