Rusia asegura que otra droga es efectiva contra el coronavirus

La Agencia Federal Rusa Médico-Biológica (FMBA) reveló que está trabajando “en un esquema efectivo y seguro para prevenir la infección del coronavirus a base de mefloquina, que no sólo superará el pico de incidencia sino que también lo controlará eficazmente en el futuro”, dijo su servicio de prensa.

La mefloquina (también conocida como clorhidrato de mefloquina) es un medicamento antipalúdico.

La agencia rusa, sin embargo, no dio detalles de sobre cuántos pacientes probó la medicación ni difundió resultados de sus ensayos.

La droga, que existe desde la década de 1970, según la agencia rusa, “bloquea el efecto degenerativo que el Covid-19 tiene en las células y no permite que el virus se replique más”. En una declaración, agrega que “el efecto inmunosupresor de la mefloquina previene la respuesta inflamatoria causada por la enfermedad”.

En la actualidad, el número de casos confirmados de COVID-19 en Rusia es de 1.264 en 62 regiones. Además, hay cuatro muertos. de

El anuncio ruso se suma al testeo en distintas partes del mundo de medicamentos preexistentes para tratar este nuevo virus mientras parece casi imposible pensar en que se desarrolle una vacuna en el corto plazo.

Women with protective masks, widely used as a preventive measure against coronavirus disease (COVID-19), walk across Red Square near the St. Basil's Cathedral in central Moscow, Russia March 26, 2020. REUTERS/Shamil Zhumatov

En EEUU, días atrás, el presidente Donald Trump aseguró que sus científicos obtuvieron buenos resultados gracias a la combinación del medicamento antimalárico hidroxicloroquina y el antibiótico azitromicina.

“La hidroxicloroquina es una droga para la malaria, que se usa también para una artritis muy seria, que es muy poderosa y está allí desde hace tiempo, así que sabemos que si las cosas no salen como lo planeamos no va a matar a nadie. Con una droga nueva eso no se sabe. Esta droga ha demostrado resultados muy alentadores. Vamos a hacer que esté disponible casi de inmediato”, anunció Trump.

En Francia, por ejemplo el infectólogo francés Didier Raoult fue noticia esta semana cuando defendió el tratamiento del coronavirus con cloroquina. Director del Instituto Mediterráneo de Infección en el Hospital Universitario (IHU) de Marsella, Raoult aseguró que esta droga, también usada contra la malaria, había eliminado los síntomas del 75% de los 24 pacientes en los que él la probó.

Y en Japón también se experimentó con el uso del remdesivir, una medicación antiviral, originalmente pensada contra el ébola, pero que resultó eficaz contra el MERS y otros coronavirus en estudios en laboratorio. Eso llevó a los médicos a pedir la autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) a utilizarla con fines compasivos con la primera paciente víctima de contagio comunitario en Estados Unidos. Creían que iba a morir y querían aliviarle el sufrimiento.

Rusia, en cuarentena

Aunque el presidente ruso, Vladímir Putin, nunca llegó a poner al país oficialmente en cuarentena y sólo impuso cinco días no laborables de obligado cumplimiento, el cierre de casi todos los negocios, lugares de entretenimiento y parques ha sido interpretado por los moscovitas como una invitación a no salir de casa del 28 de marzo al 5 de abril.

Y es que las autoridades ya han dicho que los días libres «no son vacaciones» pagadas, sino una medida de prevención para frenar el «rápido» avance del coronavirus en una ciudad de 12 millones de habitantes, aunque el Gobierno sigue negando que se trate ni siquiera de una epidemia.

El Ayuntamiento empezó por las escuelas, después prohibió los actos públicos y recomendó el teletrabajo, impuso la cuarentena obligatoria a mayores de 65 años y enfermos crónicos, y cerró museos, bibliotecas, piscinas y gimnasios.

Ante el avance de la epidemia en territorio ruso, Putin anunció esta semana vacaciones obligatorias para los rusos y, seguidamente, el alcalde Moscú, Serguéi Sobianin, cerró bares, restaurantes, saunas, discotecas y todos los negocios y establecimientos.

Han cerrado lugares que ni siquiera lo hicieron durante la Segunda Guerra Mundial, como el Teatro Bolshói, la catedral del ballet clásico ruso.

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